PRESENTACIÓN
Información general
Hacia medidos del siglo XIX, las potencias occidentales, en plena expansión imperialista, obligaron a Japón a abandonar la política de aislamiento que habían impuesto los shogunes Tokugawa durante el periodo Edo (1615-1868). Este contacto con europeos y norteamericanos constituyó un factor de estímulo que impulsó a los japoneses a iniciar y desarrollar un proceso de intensa modernización. En breve periodo de tiempo, durante la época Meiji (1868-1912), Japón acometió importantes reformas que transformaron todos los aspectos de la vida de la nación. Este proceso de transformación suscitó una enorme curiosidad entre europeos y americanos que pronto quisieron saber más no solo sobre la acelerada modernización de Japón sino también sobre la historia, las costumbres, las artes y las ancestrales y exquisitas tradiciones culturales de su pueblo. Pronto, por Europa y América, se desató un creciente interés por todo lo que procedía del recién descubierto archipiélago, interés que fue potenciado por el especial impacto que causó la presencia de Japón en las Exposiciones Universales o Internacionales celebradas en las grandes capitales de Occidente (caso de las de Londres de de 1862, las de París de 1867, 1878, 1880 y 1900, la de Viena de 1873, la de Filadelfia en 1876, la de Barcelona en 1888) por citar las más renombradas), por la llegada de objetos artísticos japoneses que eran adquiridos a través del comercio directo, por las numerosas noticias de toda índole que llegaban del archipiélago a través de los periódicos y las revistas ilustradas y otras publicaciones de diverso tipo. Pero, sobre todo, un elemento fundamental que potenció el interés por la cultura japonesa fueron los libros de viaje, redactados bien por curiosos aventureros, periodistas o literatos, bien por diplomáticos o eruditos, o bien por especialistas en diversos campos del saber que fueron solicitados por las autoridades japonesas para guiar el proceso de modernización y que residieron largo tiempo en el país. Estos libros no solo constituyeron una fuente de información extraordinaria que permitió que los lectores conocieran múltiples aspectos de aquella lejana nación que, en pleno proceso de modernización, mantenía vivas sus tradiciones sino que también proporcionaron los elementos básicos que dieron lugar a la particular imagen que los occidentales construimos de Japón y sus gentes durante la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. Hemos de tener presente, además, que en el siglo XIX las posibilidades de acceso a la lectura del libro así como su impacto en la sociedad fueron infinitamente mayores que en las centurias precedentes. Como consecuencia de los esfuerzos realizados por los gobernantes a lo largo del siglo XIX se produjo un aumento del numero de lectores y un incremento en la demanda de libros. En esta centuria, además, la producción de libros fue creciendo ostensiblemente gracias a los enormes avances que se introdujeron en las técnicas de composición, ilustración e impresión que permitieron realizar impresos de forma más rápida, más barata, más variada y con mayor tirada. También en esta época se facilitó que la población pudiera acceder más fácilmente a la lectura del libro. En el siglo XIX, las librerías aumentaron considerablemente en número y se organizaron con mayor sentido comercial, introduciéndose nuevas formas de comercialización y distribución. Además, en la época que nos ocupa, se multiplicaron los espacios comunes de sociabilidad cultural que permitían el acceso a la lectura de libros, periódicos y revistas a amplios y diferentes sectores de la población como fueron las bibliotecas, casinos, ateneos, etc.
Dado en enorme interés y repercusión de estos libros, la finalidad del proyecto que proponemos, como reza en su propio título, es la realización de un estudio sistemático del impacto social que ha tenido el imaginario cultural japonés sobre una serie de escritores de lengua inglesa, francesa y española que han viajado por Japón o han tenido un contacto importante con su cultura. La elección de estos países no es arbitraria, sino que se debe a dos motivos. Por una parte, Francia, los paises de habla española e inglesa fueron las naciones que establecieron con Japón los más importantes vínculos económicos y culturales. Por otra parte, son los países con los que los integrantes del equipo investigador tenemos un contacto cultural más cercano al haber trabajado sobre ellos en nuestros currícula de especialización.
Se trata, por lo tanto, de rastrear en sus escritos la huella de la cultura japonesa en forma de un conjunto de alusiones a las imágenes y los arquetipos de dicha cultura, incluidas las referencias de naturaleza religiosa, mitológica, artística, arquitectónica, paisajística, social o de cualquier otro índole que contribuyan a la comprensión del acerbo cultural y el pensamiento simbólico de ese pueblo oriental. Aunque el corpus textual objeto de análisis -que incluye los relatos de viajes por tierras japonesas y algunas obras de figuras señeras y consagradas de las literaturas inglesa, francesa y española de finales del XIX y las primeras décadas del siglo XX- no está aún cerrado, los autores que hasta ahora nos parecen haber mostrado una mayor receptibilidad a dicho imaginario son, entre los escritores viajeros de lengua francesa, Humbert Aimé, George Henri Preble, Basil Chamberlain, Émile Audiffret, Louis Bastide, André Bellessort, Georges Bruley des Varannes, o Théodore Duret y Lafcadio Hearn, William Aston, F.Ll. Wright, Lord Curson Redesdale, Rudyard Kipling, John R. Black, William Elliot Griffis, Henry Norman o Ernest Mason Satow entre los de lengua inglesa; y, Gustave Flaubert, Émile Zola, Charles Baudelaire, Sthéphane Mallarmé, Émile Verhaeren, Pierre Loti o Paul Claudel, entre las figuras consagradas por la literatura en lengua francesa, y William Morris, William Butler, George Robert Gissing u Oscar Wilde, entre los de la literatura de expresión inglesa. En lengua española hemos de destacar importante autores españoles e iberoamericanos como Martorell Tellez-Tiron, Juan de Lucena de los Rios, Vicente Blasco Ibáñez, Enrique Gómez Carrillo, José Juan Tablada, Arturo Ambroig, Luis de Oteyza, Enrique Dupuy de Lôme, Francisco de Reynoso, etc. A su vez, el fin de ese estudio tiene una doble vertiente. Así, por un lado, se trata de valorar en qué medida los datos recogidos y divulgados en Occidente, más concretamente en Europa, por los escritores viajeros responden a la realidad objetiva de la cultura visitada o son fruto de juicios apriorísticos o condescendientes con las modas de sus respectivos países y tiempo. Sabida es, por ejemplo, en este sentido, la controversia que a lo largo de varias décadas se mantuvo sobre la esencia del Japón, en un debate conocido en el país como “Nihonjin-ron”, teorías sobre los japoneses.
Por otro, y en lo que atañe a esos autores de mayor renombre, se pretende indagar en el sentido de esa influencia oriental en el entramado estético-ideológico de su obra. La suma de ambas aportaciones supondrá, estamos seguros de ello, un paso adelante en la comprensión de la cultura japonesa y en el diálogo social e intercultural, tanto más necesarios en un mundo globalizado. En efecto, desvelaría una relación genética o de parentesco entre las sociedades, culturas y las literaturas de los tres países que, por falta de profundidad crítica, permanece aún oculta y de las cuales lo que más se conoce y se ha estudiado son las noticias que sobre Japón escribieron a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII cuatro europeos: Francisco de Xavier., (Cartas), Fernando Mendes Pinto., (Peregrinaçao); Alejandro Valignano., (Sumario de las cosas de Japón y Adiciones al Sumario) , y Luis Frois.,(Contradiçoes e diferenças entre Europa e Japao).
No obstante, si sabemos a ciencia cierta que en el siglo XIX, por efecto de los escritos de los viajeros europeos, Europa adoptó del Japón algunos avances o peculiaridades culturales: el estilo pictórico del ukiyoe y el impresionismo, el haiku y el bushidó. Japón se puso de moda, siendo tema de algunas obras de arte, como la ópera Madame Butterfly. Pero Occidente concibió una imagen falsa y negativa de Japón: peligro amarillo, el Oriente impenetrable (aquello de Kipling: East is East and West is West, and never the twain shall meet), la crueldad y el militarismo, el culto a la muerte y el harakiri, la divinización del Mikado...
Tal y como se plantea el proyecto, sobre todo por la certeza de que la crítica que se ha centrado en el tema para el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX es muy exigua y en todo caso fragmentaria, se puede afirmar que los antecedentes propiamente dichos son prácticamente inexistentes, valor añadido al carácter innovador de la investigación que se pretende llevar a cabo. Así pues, los únicos que se pueden mencionar coinciden con los títulos de esa crítica fragmentaria aludida. El hecho de ser incompletos, sin embargo, no significa que los referidos estudios no resulten de gran utilidad para la labor que aquí se aborda. Pues si bien este proyecto aspira a valorar la imagen de la cultura y sociedad japonesas que se recibe a través de esos escritores, científicos y eruditos de finales del XIX y de las primeras décadas del siglo XX en su conjunto, y la crítica de los estudios existentes es a todas luces fragmentaria, ésta es la única base de la que se puede partir. El periodo romántico y la época victoriana, respectivamente, son las épocas que han recibido mayor atención por parte de la crítica francesa e inglesa. En este sentido, destacan los trabajos de Nadia Nabously Iskandarini (Le voyage romantique en Orient chez les écrivains français mineurs de 1800 à 1833, Paris, Thèse de doctorat à l’Université de Paris IV, 1985) y Lorraine Sterry (“Constructs of Meiji Japan: the Role of Writing by Victorian Women Travellers”, Japanese Studies, nº 2, vol.23, septiembre 2003, pp.167-183.).
También ha recibido cierta atención crítica la influencia de lo japonés en la literatura y el arte de la época inmediatamente anterior; y, como fuente indirecta, esos trabajos críticos tampoco carecen de utilidad para el proyecto propuesto. Un ejemplo significativo lo hallamos en la obra de Marie Louise Dufrenoy (L’Orient romanesque en France, 1704-1789, Études d’ Histoire et Critique Littéraire, Montréal, Beauchemin, 1946, 3 vol.).
Sin embargo, los estudios dedicados al periodo seleccionado, según se acaba de indicar, son escasos y a todas luces incompletos. Se trata de una serie de artículos cuyo contenido se reduce a aspectos aislados de uno o a lo sumo dos de los autores arriba mencionados, y de algunos libros. Sirvan de ejemplo, por la literatura francesa, Alexandre Kojev (“Gustave Flaubert: Letters”, Internacional Journal of Literatura and Cultura, vol.8, nº1, 1979, pp.34-47); Maurice, Pinguet (« Claudel et le nô. A propos de notes inédites du Journal », Etudes de langue et littérature françaises, nº 6, Tokyo, Hakusuisha, 1965, pp.68-81) ; Maurice, Pinguet (« Claudel exégète du Japon », Etudes de langue et littérature françaises, nº14, Tokyo, Hakusuisha, 1969, pp.1-19) ; Moriaki, Watanabe (“Claudel, Mallarmé et le Japon”, Hommages à Jacques Petit, Paris, Les Belles Lettres, 1985, pp.643-665); André Dedet (“Pierre Loti in Japan: Imposible Exoticism”, Journal of European Studies, nº 1, vol. 29, March 1999, pp.21-29.); Gérard Siary (« La représentation littéraire du Japon dans Madame Chrysanthème », Revue Pierre Loti, Vol. 9, nº 34-35, Paris, 1998, pp.25-40.); Béatrice Desgranges (« Le japonisme dans Les Rougon-Macquart », Regards et discours européens sur le Japon et l’ Inde au XIX ème siècle, s.l. dire de Bernardette Lemoine, Presses Universitaires de Limoges, 2000, pp.137-156); Patrick Beillevaire (Le voyage au Japon : anthologie de textes français, 1858-1908, Paris, Robert Laffont, 2001); Catherine Mayaux (« Saint-John Perse lecteur poète. Le lettré du monde occidental », Littératures de langue française nº 4, Peter Lang, 2006); Jacques Marx (« Du nouveau sur les images japonaises de Verhaeren », BARI LXXVII, 1999, pp.401-412); Akane Kawakami (Traveller’s Visions. French Literary Encounters with Japan, 1881-2004, Liverpool University Press, 2005). En el mundo académico de lengua inglesa, hemos de mencionar algunas obra de gran interés como las Seija Jalagin de (AA. VV.: Japan – Reflections on the Eastern Mind. Acta Universitatis Ouluensis. Humaniora B30. Oulu University Press, Oulu 1998), John Ashmead (The Idea of Japan 1853–1895: Japan as described by American and Other Travellers from the West, New York, 1987); L. Moffit Cecil Jr (Our Japanese Romance: The Myth of Japan in America, 1853–1905, Ann Arbor, Ann Arbor University Microfilms, Mich. 1982) Jean-Pierre Lehmann (The Image of Japan: From Feudal Isolation to World Power, London 1978; Ian Littlewood ( The Idea of Japan. Western Images, Western Myths, London, Specker & Warburg, 1996) y Toshio Yokoyama (Japan in the Victorian Mind, 1850–1880; a Study of Stereotyped Images of a Nation, Ph.D. Thesis (unpublished), University of Oxford 1982); además de otras obras puntuales como las de G Webb (« Kipling’s Japan 1889-1892 », Arian-Affairs 17 (2), United-Kingdong, 1986, pp.135-151); Peter McIvor (« Old Samurai Days-Sword-Day’s : Lafcadio Hearn’s Japan », Eigo/Seinen/Rising Generation, vol.145, nº 4, Japan, 1999, pp.210-13); Chiaki Yokoyama (« Soetsu Yanagi and William Morris : When East Met West » Studies in Medievalism, vol. 6, nº supplement, Japan, 1996, pp. 212-20.);Gillian Tindall (« Gissing’s experience in Japan : A Little Known Sidelight », The Gissing Newsletter, vol.24, nº 3,1988, pp.1-4.) ; Eugenio Donato («Oscar Wilde (1854-1900). The Decay of Lying », International Journal of Literature and Culture, vol.8, nº1, Fall 1979, pp.39-56.).
En el caso español, el tema está siendo actualmente desarrollado por miembros de la Universidad de Zaragoza en un proyecto titulado Japón, su arte y su cultura, a través de la mirada hispánica. Misioneros, viajeros, comerciantes, diplomáticos, periodistas, escritores y eruditos y su visión de Japón (siglos XVI-XX), cuya coordinadora, Dra. Elena Barlés, participa activamente en nuestro equipo de investigación. Un estado de la cuestión sobre el tema puede encontrarse en Barles, Elena: “Luces y sombras en la historiografía del arte japonés en España”, Artigrama, nº 18, 2004, pp. 23-82. Fruto de este proyecto son varios artículos y trabajos de los que destacaremos: Barlés, Elena: “La mujer japonesa en los libros de viajeros publicados en castellano a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX”, La Mujer japonesa: Realidad y Mito (Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2008, pp. 777-848).
Así pues, tal como acabamos de señalar en el apartado correspondiente a la introducción, el tema dista mucho de recibir la atención que merece; y no sólo por la importancia que hoy tienen las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales de la Unión Europea, e incluso el Occidente desarrollado, y Japón, sino también por la importancia del componente cultural en la literatura de la época, que puede ir bastante más allá de la obra de los autores que se proponen para el análisis. De ahí que la bibliografía más relevante sea muy escasa. De hecho, coincide y se confunde con la lista bibliográfica que se acaba de incluir en el apartado anterior. En todo caso, es muy significativo que las principales aportaciones bibliográficas corresponden a finales de la década de los ochenta.
Fuera de nuestro país, no existe ningún grupo de investigación que estudie esta materia específica. Sin embargo, entre los estudiosos que han tratado alguno de sus aspectos, hallamos, como hemos visto, investigadores de Francia: André Dedet, Gérard Siary y Béatrice Desgranges, Catherine Mayaux, Bélgica: Jacques Marx, Canadá: Marie Louise Dufrenoy, Gran Bretaña: G. Webb, Sterry, Lorraine, Gillian Tindall o Estados Unidos: Akane Kawakami, Rolf Goebel.